Cada 8 de octubre, organizaciones de todo el mundo se suman a la conmemoración del Día Internacional de la Dislexia, un trastorno del aprendizaje que impacta aproximadamente al 10% de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La fecha fue oficializada por la Asociación Europea de Dislexia, impulsada por familias de personas afectadas, con el objetivo de generar conciencia y ofrecer herramientas de apoyo.
La dislexia es un trastorno neurobiológico y hereditario que dificulta la lectura, la escritura y la comprensión de los textos. Aunque puede presentarse en todas las edades, suele detectarse entre los 7 y 9 años, siendo más frecuente en los niños que en las niñas.
Este desorden afecta no solo el rendimiento académico, sino también la autoestima y la vida social, y puede prolongarse hasta la adultez si no se aborda adecuadamente.
Señales de alerta
Entre los síntomas más comunes se encuentran:
- Dificultad para leer y escribir con fluidez.
- Problemas de comprensión y memoria a corto plazo.
- Confusión con nociones espacio-temporales, como días de la semana o orientación derecha-izquierda.
- Cambios o alteraciones en el orden de las letras.
- Deficiencias en ortografía y matemáticas (discalculia).
- Dificultades en coordinación motriz (dispraxia).
Existen tres tipos principales de dislexia:
- Fonológica: dificultad para leer palabras desconocidas.
- Superficial: error en palabras familiares y lectura irregular.
- Mixta o profunda: alteraciones avanzadas que complican la lectura y escritura de palabras comunes.
Impacto emocional y social
La falta de detección y apoyo puede generar consecuencias graves como:
- Deserción escolar y bajo rendimiento académico.
- Estrés, ansiedad y episodios de depresión.
- Acoso escolar (bullying) y baja autoestima.
- Trastornos alimenticios asociados al estrés emocional.
Cómo acompañar a niños y adolescentes con dislexia
El tratamiento requiere un enfoque multidisciplinario, que involucra neuropsicólogos, logopedas, pediatras y especialistas en desarrollo, entre otros. Además, el apoyo familiar es clave para mejorar la confianza, la comunicación y las habilidades de aprendizaje.
Algunas recomendaciones para padres y cuidadores:
- Reforzar sus talentos y fortalezas, con amor y contención.
- Explicar que la dislexia no es un signo de falta de inteligencia, sino un trastorno del aprendizaje.
- Mantener espacios organizados y relajados para estudiar.
- Seguir una alimentación saludable y balanceada.
- Establecer contacto constante con los maestros para acompañar las tareas escolares.
- Buscar grupos de apoyo o especialistas que trabajen con dificultades de aprendizaje similares.
Con conciencia, detección temprana y acompañamiento adecuado, los niños con dislexia pueden superar barreras y desarrollar plenamente sus habilidades, mostrando que leer y escribir no define su inteligencia, sino que es solo un camino diferente de aprendizaje.
Fuente: GN Noticias